El ladrillo recupera el brillo en Sevilla

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La capital lidera esta recuperación con un crecimiento del 63% de los proyectos visados en apenas un año

Dos obreros trabajan con una estructura metálica | ABC Sevilla

La construcción recupera el pulso en Sevilla tras años de absoluto estancamiento. El sector resurge con fuerza, apoyado casi en exclusiva en una demanda residencial que no se llevó por delante ni el paro ni los bajos salarios. El Colegio Oficial de Arquitectos continúa emitiendo visados para nuevas viviendas al mismo ritmo que el año pasado, cuando se logró dar un buen empujón a la estadística y consolidar el cacareado cambio de tendencia que tanto ha tardado en llegar al sur.

A lo largo de 2016, la institución profesional dio el visto bueno a un total de 1.989 proyectos en toda la provincia, un 42% más que en 2015. Pero el verdadero impulso se ha vivido en la capital, donde se han aprobado 536 visados (un 63% más), tanto para pisos de nueva planta como para obras de rehabilitación.

Los números hablan solos y dan motivos para ser optimista, considera el decano del órgano colegial, Ángel Díaz del Río, que no recordaba un balance parecido desde los años previos a la crisis. «Aún nos queda mucho para volver a aquellas cifras, –tal vez no sea ni prudente que eso ocurra– pero estamos en el buen camino», considera.

Este arquitecto destaca que el sector comenzó la recuperación con la rehabilitación y la ha continuado con la construcción de vivienda de nueva planta. «Es una magnífica noticia, porque no hablábamos de esa posibilidad desde hace casi nueve años», recalca Díaz del Río. Sin embargo, dice echar de menos el apoyo de las administraciones para aprovechar este impulso. Y no en lo económico, precisamente, sino en la voluntad para agilizar los trámites. El decano del colegio profesional recuerda que «el papeleo para conseguir una licencia es excesivo», más si se tiene en cuenta que «la inversión inmobiliaria rehuye la incertidumbre que generan unos plazos tan dilatados». Y no se ahorra el tirón de orejas cuando plantea que «se puede llegar a tardar el doble e incluso el triple de lo que es necesario».

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