Batalla en el Colegio de ingenieros industriales

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Tres de los 50 artículos que componen los nuevos estatutos que la asamblea está llamada a votar, hacen referencia a la “profesión de ingeniería industrial”, en lugar de la de ingeniero industrial

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La ingeniería industrial española cambia de perfil. O, al menos, se transforma una parte notable de su representación profesional. ¿Una peligrosa dilución de sus rasgos específicos, como sostienen las voces que critican este proceso, o una modernización necesaria, como afirman sus promotores? Después de que el Colegio de ingenieros industriales de Cataluña aprobara una muy controvertida reforma de sus estatutos para permitir la inscripción entre sus filas de otras especialidades de ingenieros, Aragón ha seguido la misma estela. Y dentro de unos días podrían ser los mismos colegiados de Madrid –un colectivo formado por 11.000 profesionales– quienes empiecen a compartir su corporación con compañeros que tienen otro título del ámbito de la ingeniería industrial. Un tema conflictivo que se encuentra en el orden del día de la Junta general que el Colegio de Madrid (Coiim) tiene previsto celebrar el próximo lunes 29.

Tres de los 50 artículos que componen los nuevos estatutos que la asamblea está llamada a votar, y a cuyo texto ha tenido acceso Cinco Días, hacen referencia a la “profesión de ingeniería industrial”, en lugar de la de ingeniero industrial. Lo que a primera vista puede parecer un ocioso matiz lingüístico esconde, señalan todas las fuentes de Coiim consultadas, una cuestión de fondo muy trascendente. “La profesión de ingeniería industrial no existe, la ley solo referencia la profesión regulada de ingeniero industrial”, asegura un colegiado. De esta forma, a través de una definición más “etérea”, se deja la puerta abierta a la colegiación de ingenieros que trabajan en la industria pero, según las normativas en vigor, no tienen la habilitación para ejercer como ingenieros industriales. Con todas las ventajas profesionales de las que éstos se benefician por estar colegiados.

Leer el artículo completo en Cinco Días

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