El divorcio de los padres aumenta el riesgo de trastornos en la salud de los hijos

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Con la ruptura de la relación crece el riesgo de que padezcan problemas genitourinarios, gastrointestinales, dermatológicos y neurológicos

Los expertos planificaron un estudio transversal de familias con parejas unidas y divorciadas en el que participaron 467 niños, niñas y adolescentes, de entre dos y 18 años / Olmo Calvo (SINC)

Cuando una pareja se divorcia una de las mayores preocupaciones suele ser el bienestar de los hijos. De qué forma repercute este hecho en su salud es lo que han estudiado científicos de las Universidades de Santiago de Compostela y Vigo. Sus resultados indican que con la ruptura de la relación crece el riesgo de que padezcan problemas genitourinarios, gastrointestinales, dermatológicos y neurológicos.

La separación de la pareja es un estresor psicosocial. Un divorcio puede producir alteraciones importantes en el estado de salud físico y psicoemocional de todos los miembros de la familia, tanto de los progenitores como de los hijos. Incluso, en ocasiones, del resto de familiares.

Un equipo de investigadores de las universidades de Santiago de Compostela y Vigo ha evaluado el riesgo que tienen los hijos de sufrir problemas de salud relacionados con la exposición a la separación de los padres.

“No es la ruptura de la pareja la que conlleva efectos negativos para el estado de salud de los hijos e hijas, sino la gestión inadecuada”, dice Seijo Martínez

“No es la ruptura de la pareja la que conlleva efectos negativos para el estado de salud de los hijos e hijas, sino la gestión inadecuada por parte de los progenitores, como señala la literatura científica y constatan nuestros datos”, explica a Sinc María Dolores Seijo Martínez, coautora del trabajo e investigadora en la Universidad de Santiago de Compostela (USC).

Los expertos planificaron un estudio transversal de familias con parejas unidas y divorciadas en el que participaron 467 niños, niñas y adolescentes, de entre dos y 18 años.

Los científicos hallaron que los hijos de progenitores separados tienen aproximadamente el doble de probabilidades de desarrollar problemas gastrointestinales, genitourinarios, dermatológicos y neurológicos que los de familias nucleares.

Por otra parte, los autores no encontraron que la exposición a un divorcio medie en el desarrollo de problemas respiratorios, cardiovasculares, musculoesqueléticos, alérgicos, auditivos o visuales.

Evitar el estrés tóxico

La mayoría de los autores afirman que las alteraciones físicas, psicoemocionales y comportamentales se relacionan mayoritariamente con la inadecuada gestión de la ruptura. Así, el alto nivel de conflicto, la ausencia de coparentalidad o la violencia familiar elevan el riesgo atribuido al divorcio y su impacto  en el ajuste de los menores.

“La mala gestión implica niveles de conflicto interparental muy elevados, lo que hace muy difícil mantener una adecuada relación. La exposición prolongada de los niños y niñas a estas situaciones familiares suele generar en ellos estrés tóxico”, añade la investigadora de la USC.

Para la experta, esto conlleva una activación extrema y continuada en el tiempo de las respuestas del cuerpo al estrés, que son las principales causantes de estas alteraciones físicas.

Las alteraciones físicas, psicoemocionales y comportamentales se relacionan mayoritariamente con la inadecuada gestión de la ruptura

A este respecto, un estudio de 2012 de la American Academy of Pediatrics precisa que no es únicamente la adversidad la que predice desajustes y patrones de salud desadaptativos en estos niños, sino la ausencia de relaciones adecuadas que puedan ofrecer protección y apoyo y que favorezcan el ajuste y la adaptación de los hijos.

“Para reducir estas consecuencias es necesario apoyar a las familias. El papel de los profesionales que se encuentran en contacto directo con los menores –como el personal de atención primaria o el de centros escolares– es muy importante en la reducción del estrés tóxico ya que pueden diseñar e implementar nuevas intervenciones dirigidas a la protección y a la prevención”, concluye Seijo Martínez.

Apoyo para las familias separadas

En países como EE UU o Canadá  están muy generalizados los programas de educación y apoyo para la separación, particularmente aquellos implementados desde los tribunales y juzgados de familia. En algunos casos se establece para todos los progenitores la obligatoriedad de asistir cuando presentan una demanda de divorcio, separación, custodia de los hijos o demanda de visitas.

“De forma pionera en Galicia se puso en marcha en 2002, desde la Universidad de Santiago de Compostela, un programa de estas características denominado Ruptura de pareja, no de familia’, que contó con apoyo de la administración local hasta 2015, y que en este momento se lleva a cabo por personas voluntarias”, apunta María Dolores Seijo Martínez.

Cualquier pareja puede acudir a la Unidad de Psicología, situado en el campus sur de la universidad santiaguesa, si está interesado en participar en el proyecto IRPES.


Referencia bibliográfica:

José María Martinón, Francisca Fariña, Tania Corras, Dolores Seijo, Antonio Souto y Mercedes Novo. “Impacto de la ruptura de los progenitores en el estadode salud física de los hijos”. European Journal of Education and Psychology (2016) http://dx.doi.org/10.1016/j.ejeps.2016.10.002.

Agencia SINC