El balance histórico de la energía solar ya es positivo. Las emisiones de gases de efecto invernadero que ha evitado la industria fotovoltaica a lo largo de su historia ya compensan el gasto energético que ha supuesto producir y distribuir las placas solares gracias a que cada vez tanto su fabricación como su rendimiento son más eficientes.
Los paneles solares producen energía limpia, sin emitir los gases de efecto invernadero que, además de contaminar, provocan el cambio climático. Sin embargo, no todo es tan sencillo. Su propia fabricación, así como el proceso de transporte e instalación suponen un considerable gasto de energía, tanto que durante décadas el balance ha sido negativo: instalar placas fotovoltaicas suponía un gasto energético tan grande que no se compensaba con el ahorro que podían producir a lo largo de su vida útil.
Este argumento, utilizado a menudo en contra de la energía solar, está a punto de pasar a la historia. Hoy en día el balance ya es más que positivo. Por una parte, los nuevos procesos de fabricación hacen que el consumo de energía necesario para producir los paneles solares se haya reducido considerablemente. Por otra, los materiales que se utilizan son mucho más efectivos para aprovechar la energía del sol.
Además, un estudio que acaba de publicar Nature Communications va aún más lejos. De acuerdo con los cálculos de investigadores de la Universidad de Utrecht (Países Bajos), estamos justo en el momento de la historia en que el ahorro que se ha conseguido gracias a las placas solares pasa a compensar todas las emisiones contaminantes provocadas por la industria de la energía solar desde que comenzó a desarrollarse hace 40 años, en la década de 1970. Si no es así ya en la actualidad, lo será como muy tarde en 2018.
Progresión de la industria fotovoltaica
A través de los datos sobre eficiencia energética que proporcionan la ONU y la Agencia Internacional de la Energía (AIE), los científicos han analizado el periodo comprendido entre 1976 y 2014 y han llegado a la conclusión de que cada vez que el sector ha duplicado su capacidad, la energía necesaria para fabricar y distribuir los paneles se ha reducido entre un 12 y un 13%. Además, en esos mismos periodos las emisiones de gases de efecto invernadero han descendido entre un 17 y un 24% en función del material utilizado en los paneles.
En definitiva, la industria fotovoltaica ya ha generado más energía de la que ha consumido en toda su historia y con la progresión que recoge este estudio del investigador Wilfried van Sark, es de esperar que el balance sea espectacularmente positivo en las próximas décadas.
El aumento en la eficiencia de los módulos gracias a la evolución de la tecnología no sólo ayuda a optimizar el balance de energía y emisiones, sino que supone un notable descenso en los precios, que en los últimos años se han reducido casi un 80% en toda la cadena de valor, según el informe anual de la Unión Española Fotovoltaica correspondiente a 2016.
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